miércoles, 2 de marzo de 2011

La etiqueta de Leticia Menjoulou y sus nuevas etiquetadoras.

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Como si fuera un regalo inesperado y agradable, miró a quién golpeaba su puerta y le sugirió, con el pensamiento, que siguiera su camino.
Dos días después un cuadro de Pianciola lo conmovió y gastó en él aquellos dos millones, las monedas que se cayeron en aquella transacción descansan eternamente bajo los muebles de un representante.
Ahora que Libia tiembla, ahora que Noto conduce el barco, su soja y la hija de puta desconocida, se escapan por los techos como si se llevaran algo.
Se puede escribir, pero hay que ajustarse a tu realidad, pues el lector busca baldosas flojas en las veredas de Normal o pichones de gorriones en los techos del barrio Jardín, una masacre de tus deseos de masturbar lo historia de Olavarría.
Te vas a enredar y vas a dar la trompa contra el paravalanchas, los muertos queridos tienen paciencia y deambulan esperando sonrisas y no quejas.
Este cielo, puente de la Agraria y la correntada que nunca es la misma, ¡que más se le puede pedir a la política que otra etiqueta para el amor!.
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