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Con un regalo sin abrir durante varias décadas, aquí tenemos al hombre revisando viejos recuerdos, imaginando caras deterioradas por el tiempo y el sufrimiento, respirando su energía y bloqueando su felicidad, se para y da vueltas en la cocina, los pensamientos rebotan contra el absurdo de comparar y el insano medir, cuelga la campera que estuvo por abrigarlo, reflexiona sobre el tiempo libre y descubre el regalo, intacto, que siempre estuvo ahí, je.
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