martes, 24 de abril de 2012

Tenía un elefante que se llamaba pijitas.

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En estos días estuve observando mucho la circulación de mis pensamientos, he notado que dedico mucho tiempo a pensar en cosas que no me importan, y en consecuencia genero sentimientos que me aburren, o creo expectativas absurdas para lo que entendí que quiero vivir; le hice un piquete a esta circulación y la situación política de mi cabeza está que arde, he generado un desabastecimiento de pelotudeces bastante importante hasta el punto que el tiempo casi agoniza, pués casi no genero deseos que no sean los fisiológicos, la cabeza no tiene nada que planear ni desafíos que resolver entonces flota con lo que acontece, los jefes máximos se suicidan, y cago bién, duermo bién, se flota en la sexualidad como en nubes de pedos dulces, agradables de compartir, donde uno se adormece el tiempo que quiera y hace sus tareas de contrato social como quien está de vacaciones....pero van a volver por mí, van a venir a traerme dudas, desafios, culpas o recuerdos y yo quiero seguir rascándome los huevos a cuatro manos, por lo  que voy a tener que volver a observarlos, a dejarlos en bolas ante mí, hasta que sientan vergüenza y se vayan solitos.
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2 comentarios:

Capulina dijo...

Acá es uno de lo casos claros donde el terapeuta siente que el único que necesita realmente ayuda, es él mismo.TRicugiti solo le da la mano y lo despide con un leve apretón en el hombro como queriendo entenderlo sin importarle realmente.

tri-cugiti dijo...

Dela época de los testículos pesados, con miedo a pisármelos.