viernes, 8 de julio de 2011

Todos deberíamos circular con una foto de la infancia en el bolsillo.

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Cruzé la ciudad con el frío pero sus esquinas no me permiten estar ni solo ni triste, me senté en algunas escaleras a mirar pasar el día y sus colores tan diferentes con cada hora que, han de haber pasado, pués ya es noche, y en intimidad, entre nosotros, te comento que detuve el tiempo, que este día no pasó, y que voy por la vida, a velocidad mínima y sin ambiciones diferentes a la satisfacción de ánimo de la que habla el baruch en su Ética demostrada según el orden geométrico, que a propósito del arroyo Tapalqué, cuando te cruzes hoy con él, salúdalo, que saludás a cada gil y al que te acompañó siempre le descargas meadas desde puentes colgantes, que no te apurés a llegar a la isla, que lo bueno es el viaje y no el destino, que las sierras son antiguas y tan cercanas....... la casualidad mágica de revisar los bolsillos y encontrar una foto de nosotros mismos a los 6 años sonriendole a nadie en particular, a algún amigo que no vimos más, a la vida misma.
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