lunes, 25 de abril de 2011

El eterno adolescente mete la cabeza en el Tapalqué y traga bastante agua bendita.

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Soy ridículo,
leo una novela y me invade el personaje,
me creo valiente,
me imagino situaciones para demostrarlo,
invento excusas para evitar lo que me da miedo.
Soy ridículo,
pienso cambiar lo feo escribiendo en un blog,
imagino dar el mensaje de algo necesario,
interpreto al que detesta la utilidad del arte,
siento alegría al regalarlo.
Soy ridículo,
mis actitudes y pretensiones están desequilibradas,
no tengo la fe necesaria para convencerme,
divago entre abrazar y no incomodar,
me quedo esperando a que se den las condiciones.
Sí, acepto ponerme colorado y,
cuando me prestan atención,
huyo a mi orgullo,
a mi seguro retiro fuera del sistema,
desde aquí me creo limpio y digno,
y uso un bisturí infectado para hacerte doler con pretensiones de curarte,
sí, eso hago, pero te juro que lo hago de onda,
y con todo lo que puedo entender por amor.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

En un lugar de pronto seguro, yo metí la cabeza para dejar de escucharte...pero se escuchaba fuerte el ecoecoco...

Anónimo dijo...

..que buena autodescripción...que honestidad.