martes, 19 de abril de 2011

En otro patético intento el cronista intenta hacer el amor con la Olavarría natal y a su vez agradecer los rostros universales más felices de imaginar

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Pienso en el aire que entra por la nariz, aprieto tu mano, en pocos segundos pasa fugazmente, una película rápida de toda la felicidad vivida. Sé que suelto una sonrisa, pués el humor nunca es inoportuno, aunque en este momento esté solo y cierre mi mano en el aire y no entrelazada a la tuya, y mis chistes, solamente los piense, los balbuceo a los árboles que deberíamos tener en cuenta, como las piedras y los animales. También me permito recordar y dialogar, sin que estén físicamente, con amigos, conocidos y quizás con gente con la que nunca hablé, pero a la que aprecio, por motivos que nunca analizo, y me angustio por saber que no me alcanzará la vida para hacercelo saber, de uno u otro modo, para agradecerles su compañía y su apoyo(del que nunca se enteraron pero existió) . Camino por Olavarría, miro algunas esquinas y la infancia y la adolescencia me devuelven esa película rápida, toda la felicidad vivida quizá sea poca, pero me gusta seguir acá, mirando con más detenimiento mi capital de buenos recuerdos, cuanto amor desperdiciamos en cada intento......pero me quedan tantos.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

.. miro esa esquina,veo lo que ha sido tantas veces como deseo: las anonimas palabras entre mi pelo y la helada nocturna, el aliento lento de su voz llena de laberintos, con atajos de besos...Ahora veo el dibujo de su perfil y mis ojos, seguro mirando su perfil, en un mural indeleble pintado con los dedos tiznados de dar vuelta las hojs de este diario viejo.