martes, 13 de abril de 2010

La soberbia se hizo fan de Joy División

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Su abuela tomaba aquellas pastilla, el se las robaba, mezcladas con vino le borraban la cordura, incluso la memoria, lo alejaban de su depresión existencial, lo hacían sentir capaz; luego vino la época en que se aburrió de drogarse y eludirse, se volvió poeta y mujeriego, le escribía a todo lo que le parecía bello; vino la piojera y la ambición y se consiguió un trabajo, se interesó en política, eligió una chica, tuvo un hijo, observó la escala y los logros sociales como quién observa los diferentes sectores de una fábrica de autos; pasaron algunos años y se acercó a los que odiaba en su adolescencia, valoró a sus padres, recapacitó sobre la amistad, se responsabilizó de sus decisiones, incluso fué al psicólogo; la muerte llegó a su meditación cotidiana, empezó a leer filosofía oriental, se volvió calmo, perceptivo, contemplativo, la suerte se puso de su lado; alguién le dijo que era cosa seria, todos dejaban que su palabra cerrara la conversación, podía explicar lo que se propusiera, por aquellos días fué que sintió que se tenía absoluta y llanamente podrido; se volvió autocrítico, se encerró en el resentimiento de ver todo y no poder dar nada, se refugió en la seguridad de las obras de arte amenas; morirá unos de estos días, el amor le será ajeno, lo evitará como evitan la mayoría de las personas "lo de girar la vida completamente hacia el lado que sería el que consideran correcto pero que no les ofrece ninguna garantía de ser sentimentalmente seguro", culpará de su fracaso a su propia soberbia y tal vez no esté nada errado.
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