.
.
Entonces se acercó a su muerte, hacía tiempo que no lloraba, siempre le daba la sensación de actuar. Pidió algunos minutos de intimidad, pero hacia meses, quizás años, que se había vuelto un solitario, sonrió a su reflejo en el espejo, hizo muecas. Cuando llegaron las demás muertes, no pudo creer cuantas veces había vuelto a nacer, lo reconfortó las innumerables posibilidades de volverla a cagar. Entonces como un reflejo, como apenas visible entre la niebla, sintió lo de vidas anteriores y la eterna repetición de ciclos y oportunidades. Ya no sonrió, se apoderó de el la responsabilidad de cada acto en su vivir. Entonces supo que viviendo en el instante el tiempo se detiene, la mente se detiene, el hecho sucede. Justo en ese momento se le escapa el pedo que escuchaste y que calificaste con la expresión " que chancho", solo atiné a un leve encogimiento de hombros.
.
.
1 comentario:
qué bárbarooo!!! argentinazo el final..a lo santiagueño!!
Publicar un comentario